¿Por qué los estudiantes olvidan lo que aprenden? La clave está en la Pirámide del Aprendizaje

Introducción

Seguramente lo has visto más de una vez: después de dedicar horas a preparar una clase o ayudar a tu hijo/hija a estudiar para una prueba, unos días después parece que todo lo aprendido se ha desvanecido. La frustración es compartida: docentes que sienten que sus esfuerzos no se traducen en aprendizajes duraderos y padres que ven a sus hijos repasar una y otra vez sin resultados claros.

La gran pregunta es: ¿por qué los estudiantes olvidan lo que aprenden? La respuesta está en cómo aprendemos y, sobre todo, en cómo recordamos. La Pirámide del Aprendizaje nos ofrece una pista clara: no todos los métodos de enseñanza tienen el mismo impacto en la memoria y la retención del conocimiento.

La Pirámide del Aprendizaje: una mirada teórica

La Pirámide del Aprendizaje, también conocida como “pirámide de la retención”, muestra de manera simple cómo las distintas formas de aprender influyen en lo que recordamos.

  • 📖 Leemos → retenemos alrededor del 10 %.
  • 🎧 Escuchamos → retenemos cerca del 20 %.
  • 👀 Vemos → recordamos un 30 %.
  • 🎬 Vemos y escuchamos (ej. videos) → alrededor del 50 %.
  • 💬 Decimos o discutimos → retenemos cerca del 70 %.
  • 🛠️ Practicamos o hacemos → recordamos hasta un 90 %.

Este modelo no pretende dar cifras exactas, sino mostrar una tendencia muy clara: cuanto más activa y práctica es la experiencia de aprendizaje, más duradero es el conocimiento.

En otras palabras, la diferencia no está solo en cuánto tiempo dedicamos al estudio, sino en cómo nos relacionamos con lo aprendido.

Por qué olvidamos lo que aprendemos

La explicación de este fenómeno se conecta con la famosa curva del olvido de Ebbinghaus, que demuestra que gran parte de lo que aprendemos se pierde en cuestión de horas o días si no se refuerza.

El aprendizaje pasivo —leer o escuchar sin mayor participación— se desvanece rápidamente porque el cerebro no encuentra una razón para almacenarlo en la memoria de largo plazo. En cambio, cuando interactuamos activamente con el conocimiento (discutir, practicar, aplicar), se forman conexiones más sólidas que hacen que lo aprendido se integre y permanezca.

Así, el reto no es solo enseñar más contenido, sino enseñar de una manera que tenga sentido y que se viva.

Aplicación práctica en el aula

Los docentes tienen en sus manos la posibilidad de transformar la experiencia de aprendizaje si incorporan estrategias más activas. Algunas ideas:

  • Aprendizaje basado en proyectos: en lugar de memorizar conceptos, los estudiantes los aplican para resolver un desafío real.
  • Debates y discusiones guiadas: al explicar sus ideas y defender sus argumentos, los estudiantes consolidan lo que saben.
  • Clases invertidas: el contenido teórico se revisa en casa (lecturas, videos) y el tiempo de clase se dedica a practicar y aplicar.
  • Simulaciones y juegos de rol: permiten experimentar situaciones reales de forma segura y entretenida.
  • Uso de tecnología interactiva: simuladores, laboratorios virtuales, realidad aumentada.

En todos estos casos, lo central es que los estudiantes no solo reciban información, sino que la procesen activamente.

Aplicación práctica en casa

Los padres también juegan un papel clave en reforzar lo aprendido:

  • Conversar sobre lo que aprendieron en la escuela: hacer preguntas abiertas (“¿Qué fue lo más interesante de tu clase hoy?”) ayuda a reflexionar y recordar.
  • Aprender juntos: realizar experimentos sencillos de ciencias, juegos matemáticos o lecturas compartidas.
  • Conectar lo aprendido con la vida diaria: mostrar cómo las fracciones aparecen en una receta o cómo la historia se conecta con eventos actuales.
  • Fomentar la curiosidad: en lugar de dar respuestas inmediatas, motivar a investigar y experimentar.

De esta forma, el aprendizaje no se queda encerrado en el aula, sino que se convierte en parte de la vida cotidiana.

Beneficios de aplicar la Pirámide del Aprendizaje

Cuando docentes y padres aplican esta lógica, se abren múltiples beneficios:

  • 📌 Mayor retención: lo aprendido dura más tiempo.
  • 📌 Motivación genuina: los estudiantes se sienten protagonistas, no receptores pasivos.
  • 📌 Desarrollo de habilidades clave: pensamiento crítico, creatividad, trabajo en equipo.
  • 📌 Aprendizaje significativo: los estudiantes encuentran sentido a lo que estudian.

Al final, el conocimiento deja de ser algo que se memoriza para una prueba y se convierte en algo que sirve para la vida.

Conclusión

Los estudiantes no olvidan lo que aprenden porque “no se esfuerzan” o porque “no tienen buena memoria”. Olvidan porque muchas veces los métodos de enseñanza se quedan en los niveles más bajos de la Pirámide del Aprendizaje: leer, escuchar, mirar.

La clave está en subir escalones: discutir, practicar, hacer. Solo ahí el conocimiento se vuelve duradero, útil y significativo.

Y es justamente por estos temas que me apasiona la vinculación con el medio: porque en esos espacios el aprendizaje deja de ser abstracto y se convierte en una experiencia práctica, con sentido y relevancia para la vida de los estudiantes y de cientos de personas que se benefician de ese proceso de aprendizaje.

👉 La invitación es clara: como docentes y como padres, hagamos que el aprendizaje sea algo que se vive, no solo algo que se repite. El cambio comienza en cada clase, en cada conversación y en cada oportunidad de conectar el conocimiento con la vida real.

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