Educación para la sustentabilidad: ODS 1 – Fin de la pobreza
En 2015, los Estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un ambicioso plan global con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Estos objetivos buscan equilibrar el progreso económico, la inclusión social y la protección del medioambiente, con un principio fundamental: no dejar a nadie atrás.
Cada ODS aborda un desafío urgente del mundo actual: desde el acceso a la educación y la igualdad de género, hasta la acción por el clima y la reducción de las desigualdades. Pero hay uno que destaca como el punto de partida de todos los demás: el ODS 1 – Fin de la pobreza.
Erradicar la pobreza no es solo una meta moral, sino la base sobre la cual se construyen sociedades más justas, resilientes y sostenibles. Y, sorprendentemente o no tanto, la educación es la herramienta más poderosa para lograrlo.
ODS 1: Fin de la pobreza – Más que un objetivo, una urgencia humana
El ODS 1 busca poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo. Esto significa garantizar que todas las personas tengan acceso a los recursos básicos: alimentación, vivienda, educación, salud, protección social y oportunidades para desarrollarse plenamente.

Sin embargo, la realidad global muestra que aún estamos lejos de alcanzar esta meta.
Según datos del Banco Mundial (2024), más de 700 millones de personas en el mundo viven con menos de 2,15 dólares al día. A esto se suman millones que, aunque superan esa cifra, enfrentan condiciones de vulnerabilidad extrema.
La pobreza no solo se mide por la falta de ingresos. También implica limitaciones estructurales: acceso desigual a servicios, discriminación, inseguridad laboral, falta de oportunidades educativas y desigualdad territorial, entre otras.
En este sentido, el fin de la pobreza está directamente vinculado con el derecho a aprender, crecer y participar activamente en la sociedad.
🌎 América Latina: una región de contrastes
En América Latina y el Caribe, la pobreza ha disminuido en las últimas décadas, pero los avances son frágiles. Según la CEPAL, alrededor del 29% de la población latinoamericana vive en situación de pobreza, y un 11% en pobreza extrema.
La región enfrenta una desigualdad estructural profunda, donde factores como el origen étnico, el territorio o el nivel educativo determinan el acceso a oportunidades. La pandemia de COVID-19 agravó esta brecha: millones de personas perdieron sus empleos, y muchas familias que habían salido de la pobreza volvieron a caer en ella.
En Chile, si bien la pobreza por ingresos ha bajado significativamente en las últimas décadas, la pobreza multidimensional —que considera factores como educación, salud, trabajo y vivienda— sigue afectando a más del 16% de la población.
Eso significa que 1 de cada 6 personas enfrenta privaciones que limitan su bienestar y su capacidad de desarrollo.
📚 La educación como llave del cambio
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”, decía Nelson Mandela. Y no hay frase que resuma mejor el espíritu del ODS 1.
La educación no solo abre puertas a mejores empleos y salarios; también rompe ciclos intergeneracionales de pobreza, empodera a las comunidades y fortalece la democracia. Veamos cómo esto ocurre en cada nivel educativo:
🌱 Educación preescolar: sembrar desde el inicio
Los primeros años de vida son determinantes para el desarrollo cognitivo, emocional y social.
La educación parvularia de calidad puede reducir brechas de aprendizaje antes de que aparezcan. En zonas vulnerables, contar con jardines infantiles bien equipados y educadores preparados significa igualar el punto de partida. Invertir en esta etapa es invertir en justicia social.
🏫 Educación básica: el cimiento de la equidad
En la educación básica se consolidan habilidades esenciales: lectura, escritura, pensamiento lógico, empatía y cooperación.
Una escuela inclusiva, con docentes formados en diversidad y sostenibilidad, no solo enseña contenidos, sino que enseña a vivir juntos, a respetar y a construir comunidad. En contextos de pobreza, una buena escuela puede ser el lugar donde los niños encuentran nutrición, estabilidad emocional y referentes positivos.
🧭 Educación media: oportunidad y orientación
La adolescencia es una etapa clave para definir proyectos de vida. En muchas comunidades latinoamericanas, el abandono escolar en este nivel se debe a la necesidad de trabajar o a la falta de sentido del aprendizaje.
Integrar educación técnica, innovación y emprendimiento en la enseñanza media puede conectar la educación con la realidad local y abrir caminos hacia empleos dignos y sostenibles.
🎓 Educación superior: motor de transformación
Las universidades y centros de formación técnica tienen un rol decisivo en el cumplimiento de los ODS.
Además de generar conocimiento, deben formar profesionales conscientes, comprometidos con su entorno y capaces de aportar soluciones reales a la pobreza y la desigualdad.
En Chile, varias instituciones han incorporado el enfoque de sustentabilidad en sus currículos, vinculando investigación, innovación y extensión comunitaria. La educación superior inclusiva no solo transforma vidas individuales: transforma territorios.
Más allá del aula: educación como tejido social
Hablar de educación para erradicar la pobreza no se limita a los espacios formales. También implica educación comunitaria, digital, ambiental y ciudadana, donde las personas aprenden a participar, a tomar decisiones informadas y a construir redes de apoyo.
Programas de alfabetización digital, capacitaciones en oficios sostenibles o iniciativas de aprendizaje-servicio son ejemplos concretos de cómo la educación puede convertirse en un motor de resiliencia local.
La clave está en educar para la autonomía y la esperanza, no solo para la empleabilidad.
Un círculo virtuoso: educación, igualdad y desarrollo sostenible
Cuando una persona accede a educación de calidad, aumenta su capacidad para generar ingresos, cuidar su salud, participar en su comunidad y exigir sus derechos. Esto se traduce en familias más estables, comunidades más cohesionadas y economías más inclusivas.
Así, la educación actúa como un multiplicador de impacto: contribuye al ODS 1 (Fin de la pobreza), pero también al ODS 4 (Educación de calidad), al ODS 5 (Igualdad de género), al ODS 8 (Trabajo decente) y al ODS 10 (Reducción de las desigualdades).
La pobreza no se erradica solo con asistencia económica, sino con oportunidades reales de aprendizaje y crecimiento humano.
🌱 Conclusión: educar para no dejar a nadie atrás
Erradicar la pobreza es una tarea urgente, pero también posible. Cada aula, cada profesor y cada estudiante pueden ser parte del cambio. La educación para la sustentabilidad nos invita a mirar más allá de la enseñanza tradicional y a formar personas capaces de transformar su entorno con conocimiento, empatía y compromiso.
Porque cuando una persona aprende, toda su comunidad avanza. Y cuando la educación se convierte en una herramienta de equidad, la pobreza deja de ser destino y se transforma en historia.
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